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una mujer filósofa
En el año 1913 María Zambrano estudia el bachiller en el Instituto Nacional. En el aula, sólo dos mujeres. El resto eran hombres. Puedo imaginar la dificultad de la mujer al intentar tener voz propia en un mundo en el cual el pensamiento predominante era el masculino. Y además, una voz de filósofa. Algo inaudito, aún hoy. |
Sin embargo ninguna de estas mujeres llegó a ponerse de acuerdo, fue como si cada una pensara por su cuenta. Realmente no puedo imaginar qué tenían que ver, aunque las dos estudiaran filosofía, la filosofa Edith Stein y María Zambrano. El pensamiento de Edith Stein quería unificar (como María) la íntima unidad de la fe y la razón, la forma de Edith Stein, profundamente católica e inspirada en Santa Teresa de Jesús, era muy distinta a la forma de Zambrano que desde mi punto de vista buscaba un Dios más íntimo, más personal. María Zambrano tuvo la suerte de ser hija de maestros, o sea, ya con una formación previa, con una manera de pensar que valoraba la importancia del saber y del estudio. Aún así, su padre D. Blas Zambrano, zanjó la precocidad de su hija ante el primer artículo de María acerca de los problemas de Europa y la paz: “De momento, se acabó el publicar. Aquí no hay niños prodigios” María, tenía, entonces, diez años. También le impidió casarse con quien fue (según palabras de María) el gran amor de su vida, su primo Pizarro. “Acaté, dice María, los deseos de mi padre...me he arrepentido toda mi vida” En 1921 cursa, por libre, Filosofía en la Universidad Central de Madrid. Acaba su licenciatura en 1926.
Para la escritora Elena Laurenzi, las filósofas no han sido numerosas a lo largo de la historia, o mejor, dice, no han sido muchas las mujeres que han acometido la filosofía como terreno público, como trabajo, como escritura pero sí son numerosas las mujeres de gran riqueza en una profunda filosofía de la vida.
El filósofo Ortega y Gasset, maestro de María Zambrano, tampoco creía en la capacidad intelectual de la mujer:
Como mujer no puedo ni quiero evitar reflexionar sobre qué ocurría con la otra mitad de la humanidad pensante. Cosían, criaban hijos, llevaban la casa... Pienso en las mujeres de los grandes escritores, u hombres de gran peso en el momento histórico del que estoy hablando. Me hubiera gustado oír más las voces femeninas. Oír la voz de Concepción Lizárriga, Rosa Spottorno y todas aquellas que seguramente tenían tanto que decir desde otra realidad.
Con la República, la mujer pudo vislumbrar la posibilidad de un cambio, de un mundo en el que hombres y mujeres pudieran tratarse con los mismos derechos y capacidades. María Zambrano profesó un apoyo total a la República. Fue oradora en múltiples mítines conjuntos republicano-socialistas.
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