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La figura
de Sócrates, maestro de Platón y contemporáneo
de los sofistas, está envuelta en la ambigüedad
y la polémica. Nacido en Atenas en el año 470 (469)
a. de C., su padre Sofronisco era escultor, trabajo que también
desempeñó Sócrates temporalmente, y su madre,
Faenerete, fue comadrona, oficio al que se sentía íntimamente
ligado el filósofo, ya que a lo largo de su vida se dedicó,
igual que una partera, a ayudar a parir a los demás, no hijos,
sino ideas.
A Sócrates se le reconoció también su gran
valor como soldado. Participó en la guerra
del Peloponeso, en la batalla de Potidea, donde salvó
la vida a Alcibíades,
y contra los espartanos en Delio. Así mismo, pese a sus escasos
recursos económicos, que no hicieron mella en su vida debido
a su gran sobriedad, Sócrates supo rodearse de personajes
influyentes y de un enorme círculo de discípulos a
los que, como un tábano, gustaba aguijonear sus certidumbres
y creencias, hecho que le situaría posteriormente en una
situación tan controvertida y arriesgada que le llevó
a la condena a muerte por el Tribunal de los Quinientos en el año
399 a. de C. |
Sea como fuere, y debido a que no escribió ninguna obra, la figura
de Sócrates se conoce indirectamente a través de cuatro
fuentes bastante heterogéneas. Por una parte tenemos las
noticias que sobre él nos ha dejado Jenofonte, que aunque
no fue discípulo suyo, sí lo conoció personalmente,
escribiendo varias obras en las que tacha de absolutamente injustificada
su condena y donde alaba la virtud cívica del filósofo.
Sin embargo, pese al afán de fidelidad a los hechos, los informes
de Jenofonte dependen de noticias y referencias recogidas de fuentes
muy diversas y no siempre fiables.
Platón, sin embargo, sí fue discípulo de
Sócrates, y en la primera etapa de sus diálogos (Laques,
Cármides, Eutifrón, Lisis, Hipias menor, Ion, Hipias mayor,
Apología, Critón) se dedica a presentar el método
y el pensamiento de su maestro. La historiografía tiende a dar
por válida la versión de Platón, aunque no se excluye
que éste mantuviera cierta propensión a ofrecer una interpretación
bastante idealizada y mistificadora de Sócrates.
El análisis rigurosamente serio que hace Aristóteles
de la historia de la filosofía le convierte en una fuente digna
de crédito. Pese a que no conoció personalmente a Sócrates,
sin embargo fue discípulo inmediato de Platón, por lo
que debía conocer y tener noticias fiables no sólo de
la biografía de Sócrates, sino de la diferencia del pensamiento
de éste respecto a la filosofía platónica.
Acerca de lo molesta que pudo ser la actitud de Sócrates, es
importante la visión irónica que nos presenta Aristófanes
en Las nubes, en la que el filósofo "en su tienda del
pensamiento" se dedicaba a enseñar el arte de las paradojas
a sus discípulos. Se dice que la condena a Sócrates fue
motivada precisamente por sus comedias, en una de las cuales afirma:
"Este charlatán desvía a la juventud de nuestras
enseñanzas". Sin embargo, esto nos parece dudoso, ya
que dicha obra fue representada 24 años antes de que se promulgara
la sentencia. Tampoco parece claro que fuera originada por su postura
antidemocrática. Aunque Critias y Alcibíades habían
sido discípulos suyos, Sócrates rompió con los
Treinta Tiranos y terminó denunciando a Critias. Además,
la condena se llevó a cabo en un plano religioso y moral, y no
político. La imputación que se le hizo fue por "impiedad
pública respecto a los dioses y corrupción de la juventud".
La ausencia de un cuerpo doctrinal y dogmático acerca de los
dioses hace difícil tomar en serio la primera parte de la acusación
e igualmente la imputación de corromper a la juventud, a no ser
que por ello se entienda que con su actitud filosófica, Sócrates
sometió a la democracia recientemente restaurada a la misma crítica
a la que sometió a todas las demás cuestiones de índole
moral, gnoseológica o religiosa. Asimismo, entre sus intereses
de hallaba, probablemente, el instruir a una futura clase política
para que gobernase sabia y justamente. Como entre sus discípulos
se encontraban personajes tan controvertidos, anticonvencionales o contrarios
a la democracia como Alcibíades o Arístipo, dicha "clase"
fue odiada por la mayoría de los escasamente instruidos ciudadanos
de Atenas, que se veían excluidos de la intelectualidad aristocrática
de Sócrates.
Además de esto, tampoco hay que descartar que existieran motivos
subjetivos, pasionales y antiguas rencillas personales. Esto es claro
si tenemos en cuenta que uno de los querellantes, Anito (los
otros dos fueron Meletos y Licón), debía guardarle enorme
rencor a Sócrates por la muerte de su hijo, que prefirió
quedarse con el maestro, rechazando acompañar a su padre en el
destierro, y muriendo poco después alcoholizado.
Otro hecho paradójico que envuelve la condena de Sócrates
es que él mismo rehusó salir impune, comportándose
altaneramente ante el tribunal. Una vez decidida su culpabilidad podría
haber propuesto una pena (antitímesis) un tanto más
suave que la presentada por la acusación (tímesis)
e incluso, podría haber huido, ayudado por sus discípulos
(Critón) y simpatizantes. Sin embargo, nada de esto hizo, limitándose
a cumplir las leyes que él mismo, como ciudadano de Atenas, había
acatado siempre. Bebió la cicuta y murió, convirtiéndose
en uno de los personajes más importantes e influyentes de la
humanidad.
Según se desprende de los escritos de Aristóteles, dos
cosas deben atribuirse a Sócrates: "los razonamientos
inductivos y las definiciones". Los primeros consisten en partir
de las cosas particulares y concretas (mudables, aparentes) hasta llegar
a un concepto general, universal e inmutable sobre las mismas, que Sócrates
denominará logos: aquello que determina a algo
para ser lo que es, que da razón de ello o es su esencia.
La definición consiste en responder a la pregunta ¿qué
es? (tí estí), es decir: enuncia la esencia universal
de algo, su determinación. Sólo sabiendo qué es
algo, independientemente de su apariencia, podremos conocerlo verdaderamente
y construir una ciencia (episteme) sobre ello. El paradigma racional
que Sócrates inaugura sólo puede entenderse en relación
al relativismo escéptico de los sofistas.
Ahora bien, el método socrático para acceder a la verdad
esencial y permanente de las cosas se divide en dos pasos: a través
de la ironía tomamos conciencia de nuestra propia ignorancia,
reconociendo que no sabemos nada. Este es el paso previo a la mayéutica,
o el arte de dar a luz, como la comadrona, mediante el cual descubrimos
por nosotros mismos la verdad, a través de ciertas preguntas
encaminadas a ese fin. "Conócete a ti mismo",
la máxima del oráculo de Delfos, ha de llevarse a cabo
dialécticamente, a través del diálogo o confrontación
entre dos o más logoi.
Separándose de los filósofos presocráticos
que se preguntaban por la arjé o los principios rectores
de la Physis (Naturaleza), Sócrates dirigió el
problema de la definición, de la esencia, al ámbito de
lo moral y lo político, defendiendo lo que ha venido
a llamarse un intelectualismo ético. Según esta
doctrina, sólo conociendo qué es la virtud, el bien o
la justicia o cuál es su esencia, podremos ser virtuosos, buenos
o justos en la vida práctica y estaremos en condiciones de determinar
cuál sería el régimen político más
adecuado para que estas virtudes florecieran. Por lo tanto, el saber
y la virtud coinciden, siendo el mal moral (y político) fruto
de la ignorancia y el desconocimiento de los hombres.
Hemos de considerar también que Sócrates no formuló
una teoría de las ideas, es decir, no admitió la existencia
separada de las determinaciones o esencias de las cosas. Esto lo hizo
su discípulo Platón:
"(Platón) fue discípulo
de Sócrates, quien desentendiéndose de la naturaleza
en su conjunto- se consagró exclusivamente a los problemas morales,
proponiéndose lo universal como objeto de sus indagaciones y
siendo el primero que aplicó el pensamiento a dar definiciones.
Por ello, Platón, heredero de esta doctrina y habituado a la
indagación de lo universal, pensó que las definiciones
no podían referirse a los seres sensibles ya que no es
posible dar una definición común de objetos que cambian
continuamente- sino a otro tipo de seres. A estos seres los llamó
ideas" (Aristóteles, Metafísica, I, 6 ).
Tampoco parece que sea suya la teoría de la inmortalidad del
alma ( psiché) ni la afirmación de que ésta
fuera una entidad separable del cuerpo ( soma). Esta doctrina
es también de Platón, que estuvo fuertemente influenciado
por el pitagorismo.
Pese a todo, la importancia de Sócrates ha sido tan inmensa que,
después de su muerte se convirtió en un símbolo de
honestidad filosófica y ética, en un " samurai del
pensamiento" (Yvon Belaval) de cuya figura han querido apropiarse
desde cristianos y confucionistas hasta renacentistas, socialistas o ilustrados
franceses.
Texto: Elena Diez de la Cortina Montemayor.
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