Ánima vaga, blanda. Blanca espanta el sueño la palabra.
Miro por la ventana. Fuera, está nevando y hace esa clase de frío
que roba la velocidad al mundo y eterniza el tiempo. Dibujo, en la
quietud de ese lienzo blanco, el recuerdo de un destino que me enseñó
sus dientes y mordió mi vida.
También era fría esa noche y quieta, como un reloj estropeado. En
el silencio insomne de la estufa caí ahí, pero cuándo, cómo; donde
sueño es suelo en el que arraigan símbolos que cubren de telarañas
de luz nuestros párpados para ver con otros ojos y oír más allá de
la orejas.
Vaga el ánima blanda y sueña que va camino de la iglesia, pero no
puede. Un viento enorme de dedos invisibles le sujeta y al oído le
susurra ¡no vayas! ¡no vayas!. Forcejea y avanza el cuello como un
toro, mas el viento: ¡No vayas! ¡No vayas! Y vuelve la cabeza para
saludar a un amigo que pasa y ¡PLAF!, ya es todo uno con el muro de
la iglesia; arropado en sus musgos, allí le arrojó el viento.
Entonces alguien, pero quién, desde el patio le grita:
-¡Un amigo suyo tiene un melón que desea darle!
Al momento, otra telaraña de luz y sobreviene un ruido como el estallido
de un relámpago que llena de chispas la oscuridad de su habitación.
Ánima blanda, vaga. Blanca espanta el sueño la palabra.
Se lo está intentando explicar a Baillet, su biógrafo, que no se entera
de nada. Los biógrafos saben poco de melones y arañas y mucho de aritmética
diaria. Considera Baillet que esos misticismos no habría que airearlos.
Que el gran filósofo racionalista encuentre su vocación y su destino
en el zarpazo irracional de un sueño sólo puede ser producto de un
recalentamiento excesivo del cerebro o debido a la falta de oxígeno.
-Tantas horas en la estufa, mi querido Descartes, han debido afectarle.
Pero ánima vaga sola y sueña un mundo. Descartes despierta de dentro
a fuera y su palabra interpreta: un mundo-máquina, un mundo-autómata.
Mundo-monstruo sueña la razón.
Entre el sueño y el mundo hay sólo ruido.
NOTA: Según un oscuro texto de Baillet, Descartes
tuvo una visión mística revelada en sueños el 10 de Noviembre de 1619.
Esta visión le desveló su vocación de filósofo y en ella se desplegaba
una visión matemática del mundo comprensible unicamente a través de
una Mathesis Universalis. Para dar gracias por esa intervención de
lo divino en lo humano, el padre del racionalismo marchó a Italia
en peregrinación a dar gracias a Nuestra señora de Loreto.