En 1628 publica una traducción de Tucídides,
obra que critica el sistema democrático y sus peligros, desde
una perspectiva conservadora. A la muerte de William Cavendish
acaecida en 1629, Hobbes trabaja como tutor del hijo de Gervase Clinton,
con el que viaja por Europa descubriendo su pasión por la geometría
y la aplicación de ésta a un método que demostrase
los principios sociales y políticos defendidos por él.
En su tercer viaje por el continente, allá por 1637, Hobbes se
relaciona con el círculo de Abbe Mersenne, estableciendo
contacto con Descartes y Pierre Gassendi. En un viaje
a Italia en 1636 conoce a Galileo, que le influirá en
su construcción de una filosofía social fundamentada en
las ciencias naturales y la geometría.
Cuando vuelve a Inglaterra en 1637, el rey y el parlamento mantenían
una acalorada disputa, motivo por el cual Hobbes hizo circular secretamente
un manuscrito titulado Elementos del derecho, donde defendía
la necesidad de la soberanía absoluta, frente al parlamentarismo.
En noviembre se exilia voluntariamente a Francia, temiendo las consecuencias
que la difusíón de su escrito pudiera acarrearle. En 1642
publica De cive, una teoría sobre el gobierno y
comienza a escribir De corpore, primer trabajo que incluirá
posteriormente en una trilogía sobre el cuerpo, el hombre y el
ciudadano.
En 1647 trabaja como tutor del futuro Carlos II, que también
se hallaba exiliado en Francia y en 1648, después de soportar
una enfermedad que casi le lleva al borde de la muerte, publica la segunda
edición de De cive. Tres años después de
la muerte de Mersenne (1648), Hobbes publica su obra más importante,
Leviatán, una teoría sobre la soberanía
en la que se muestra como un defensor implacable del absolutismo.
Pero, debido al temor a las represalias de las autoridades francesas
que veían en esa obra un ataque a la instituciones eclesiásticas,
Hobbes marcha de nuevo a Inglaterra, donde se ve inmerso en una controversia
en torno al tema de la libertad con el obispo de Derry, John Bramall.
En 1657 publica la segunda parte de su trilogía bajo el título
De homine y cinco años después publica
De corpore, enzarzándose en intrincadas disputas
con los miembros de la Royal Society John Wallis y Seth Ward,
sobre temas de geometría, religión y el estado de las
universidades.
En 1666 la Cámara de los Comunes incluyó su obra Leviatán
en el índice de libros investigados a causa de sus supuestas
tendencias ateas y, a pesar de que el rey intercedió a
su favor, se prohibió a Hobbes publicar ninguna otra obra, por
lo que sus tres libros siguientes, que trataban temas de historia y
que fueron agrupados bajo el título Bhemoth, no
verían la luz hasta después de su muerte, acaecida el
4 de diciembre de 1679 en Hardwick Hall. Antes, Hobbes escribió
una autobiografía en prosa y en verso latino y con 86
años publicó una traducción al inglés de
la Iliada y la Odisea.
La filosofía de Thomas Hobbes
Materialismo y determinismo.
Aunque la fama de Hobbes se debe esencialemte a sus teorías políticas
y sociales, su filosofía constituye la más completa doctrina
materialista del siglo XVII.
El universo es concebido como una gran máquina corpórea,
donde todo sigue las estrictas leyes del mecanicismo, según
las cuales, cualquier fenómeno ha de explicarse a partir de elementos
meramente cuantitativos: la materia (extensión), el movimiento
y los choques de materia en el espacio.
"El universo es corpóreo. Todo
lo que es real es material y lo que no es material no es real"
(Leviatán).
Este fragmento del Leviatán resume la filosofía
materialista de Hobbes, estrechamente vinculada a una postura determinista
del mundo que postula que todos los fenómenos del universo se
hallan determinados inexorablemente por la cadena causal de los acontecimientos.
Nada surge del azar; todo acontecer es el resultado necesario de la
serie de las causas, y, por lo tanto, podría ser anticipado,
previsto.
El determinismo de Hobbes se fundamenta en un método racionalista
de carácter matemático y geométrico (el método
analítico-sintético de Descartes), que parte de
la hipótesis de que las partes de un todo (materiales, engendradas
y entendidas como causas) han de descomponerse y explicar el conjunto
o las partes en su totalidad. La teología queda excluida del
ámbito de la filosofía (por no estar compuestas sus partes
de elementos corporeos engendrados), abarcando exclusivamente la geometría,
una filosofía de la sociedad y la física,
aunque esta última únicamente pueda proporcionar conocimientos
basados en la mera probabilidad, no necesarios, como posteriormente
defenderá el más consecuente y radical de los empiristas
ingleses: David Hume.
La antropología de Hobbes se fundamentará también
en el materialismo. Criticando el dualismo cartesiano, denunciará
el paso ilícito del "cogito" a la "res
cogitans". Del "pienso" puede deducirse únicamente
que "soy", de lo contrario, de la proposición
"yo paseo" se seguiría análogamente la
existencia de una "substancia ambulante", lo cual es
ciertamente un absurdo. El hombre es un cuerpo y, como tal, se
comporta a la manera como lo hacen el resto de los cuerpos-máquinas.
El pensamiento o la conciencia no es una substancia separada del cuerpo:
la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las
cosas proviene y se reduce a la sensación. En polémica
con la teoría aristotélica de la sensación, Hobbes
postula que ésta ha de explicarse también a partir de
postulados mecanicistas, como producto de los movimientos de los cuerpos
(materia). El apetito y la aversión (repugnancia)
provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos denominados
emociones. Los sueños y la imaginación son explicados,
así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos
(corporales), tanto externos como internos.
La libertad humana y el libre arbitrio (albedrío) de la voluntad
quedan subordinados y limitados por el feroz determinismo de Hobbes.
Ambos están condicionados por los movimientos de los cuerpos
externos.
El Levitán: la política de Thomas
Hobbes
La filosofía pólítica y la teoría social
de Hobbes representan una evidente reacción contra las ideas
descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad ideológica
y de conciencia que proponía la Reforma, en la que él
avistaba el peligro de conducir inevitablemente a la anarquía,
el caos y la revolución, de forma para él
fue necesario justificar y fundamentar la necesidad del absolutismo
como política ideal con la que soslayar dichos "males".
Es inevitable instaurar una autoridad absoluta cuya ley sea la jerarquía
máxima y tenga que ser obedecida por todos sin excepción.
El Estado es un "artificio" que surge para remediar
un hipotético estado de naturaleza en el que los hombres,
guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la
ley del más fuerte (la ley de la selva), se hallarían
inmersos en una guerra de todos contra todos que haría
imposible el establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas
en las que reinara la paz y la armonía. Sin un Estado o autoridad
fuerte sobrevendría el caos y la destrucción (la anarquía),
convirtiéndose el hombre en un lobo para los otros hombres,
según la célebre frase de Hobbes: "homo hominis,
lupus".
La propia naturaleza nos otorga una razón que nos provee de ciertas
"leyes naturales" que son como "dictados
de la recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o evitadas
para preservar nuestra vida y miembros en el mismo estado que gozamos".
Por ello, el hombre encuentra dentro de sí la necesidad de establecer
unas leyes que le permitan vivir en paz y en orden; necesidad que se
realiza mediante un pacto o contrato social mediante el cual,
los poderes individuales se transfieren a "un solo hombre"
o a "una asamblea de hombres": el Estado o Leviatán
que, como el monstruo bíblico, se convierte en el soberano absoluto
y cuyo poder aúna todos los poderes individuales.
El Estado se presenta así como algo artificial, opuesto a la
naturaleza humana, pero susceptible de garantizar la supervivencia de
todos a costa de la pérdida de su autonomía y libertad.
Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad religiosa e ideológica
y favoreció el proceso de secularización de Europa,
no obstante defendió el poder absoluto y casi autófago
del Estado, a cuyos intereses ha de subordinarse toda minoría.
Hobbes representa el orden propio del conservadurismo, en el cual, el
todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar cualquier
acción u apetencia individual.
Como forma óptima de gobierno defendió la monarquía,
desaconsejando cualquier reparto entre los poderes legislativo, ejecutivo
y judicial.
Elena Diez de la Cortina