El término hermenéutica deriva del griego "hermenéuiein"
que significa expresar o enunciar un pensamiento, descifrar e interpretar
un mensaje o un texto.
Etimológicamente, el concepto de hermenéutica se remonta
y entronca con la simbología que rodea a la figura del dios griego
Hermes, el hijo de Zeus y Maya encargado de mediar entre los
dioses o entre éstos y los hombres. Dios de la elocuencia, protector
de los viajeros y del comercio, Hermes no sólo era el mensajero
de Zeus. También se encargaba de transmitir a los hombres los
mensajes y órdenes divinas para que éstas fueran tanto
comprendidas, como convenientemente acatadas.
El hermeneuta es, por lo tanto, aquel que se dedica a interpretar
y desvelar el sentido de los mensajes, haciendo que su comprensión
sea posible y todo malentendido evitado, favoreciendo su adecuada función
normativa.
Aristóteles escribió un Peri hermeneias
que, como parte del Organon, versaba sobre el análisis
de los juicios y las proposiciones. Se trataba de un análisis
del discurso, pues sólo desde el interior del mismo la realidad
se nos manifiesta. Por este motivo, la hermenéutica se constituyó
fundamentalmente en un arte (techné) de la interpretación
dirigida, en el Renacimiento y la Reforma Protestante,
al esclarecimiento de los textos sagrados, dando lugar a la exégesis
bíblica, uno de cuyos principales investigadores fue Mattias
Flacius. En esta misma época, como consecuencia del Humanismo,
la hermenéutica se aplicó a la literatura clásica
grecolatina, configurándose como una disciplina de carácter
filológico y después, desde el ámbito de la jurisprudencia,
se ocupó de la interpretación de los textos legales y
de su correcta aplicación a la particularidad de los casos.
En el Romanticismo la hermenéutica se constituyó
en una disciplina autónoma, configurándose con Schleiermacher,
en una teoría general de la interpretación, dedicada a
la correcta interpretación de un autor y su obra textual. Años
más tarde, Wilhelm Dilthey (1833-1911) amplió su
ámbito a todas las "ciencias del espíritu".
Actualmente entendemos por hermenéutica aquella corriente filosófica
que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de Husserl
y en el vitalismo nietzscheano, surge a mediados del siglo XX
y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg
Gadamer (nacido en 1900), Martin Heidegger (1889-1976), los
italianos Luigi Pareyson (1918-1991) y Gianni Vattimo
y el francés Paul Ricoeur (nacido en 1913). Todos ellos
adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad
y del ser, siendo la primera definida como fruto de una interpretación,
y el ser (mundo y hombre) como una gran obra textual inconclusa que
se comporta de manera análoga a como lo hace el lenguaje escrito.
No obstante, la hermenéutica contemporánea más
que un movimiento definido es una "atmósfera" general
que empapa grandes y variados ámbitos del pensamiento, calando
en autores tan heterogéneos como Michel Foucault, Jacques
Derrida, Jürgen Habermas, Otto Apel y Richard Rorty.
Características generales de la hermenéutica
1. Lingüisticidad del ser.
La hermenéutica aplica el modelo interpretativo de los textos
al ámbito ontológico. La realidad no es más que
un conjunto heredado de textos, relatos, mitos, narraciones, saberes,
creencias, monumentos e instituciones heredados que fundamentan nuestro
conocimiento de lo que es el mundo y el hombre.
El ser es lenguaje y únicamente éste posibilita lo real,
porque es el medio a través del cual el "ser" se deja
oír. Como diría Heidegger "el lenguaje
es la casa del ser. En la morada que ofrece el lenguaje habita el hombre".
Por ello, el mundo, y lo que en él acontece, incluido el hombre
(Dasein), no puede ser pensado como una cosa que se encuentra
frente a nosotros, sino como nuestra propia ubicación, el lugar
donde habitamos y desde el que comprendemos.
2. El ser es temporal e histórico.
El mundo no puede ser pensado como algo fijo o estático, sino
como continuamente fluyente. La realidad siempre remite a un proceso,
a un desarrollo en el tiempo (historia), a un proyecto que nos
ha sido transmitido (tradición) y que nosotros retomamos. Por
ello, entender el mundo es tomar conciencia histórica de la vertebración
que se produce entre tradiciones y de la distancia que se da entre ellas.
Como parte de una determinada realidad histórica y procesual,
nuestra visión del mundo será siempre parcial, relativa
y contingente.
3. Precomprensión y "círculo hermenéutico".
El hecho de que no sólo los objetos de conocimiento sean históricos,
sino también el hombre mismo lo sea, nos impide valorar "neutralmente"
la realidad. No existe un saber objetivo, trasparente ni desinteresado
sobre el mundo. Tampoco el ser humano (Dasein) es un espectador imparcial
de los fenómenos. Antes bien, cualquier conocimiento de las cosas
viene mediado por una serie de prejuicios, expectativas y presupuestos
recibidos de la tradición que determinan, orientan y limitan
nuestra comprensión.
El hombre está arrojado a un mundo que le surte de una cultura
y un lenguaje determinados (facticidad) que delimita y manipula su conocimiento
de la realidad. Ésta no surge de la subjetividad, no es original
de cada hombre particular, sino que está condicionada históricamente,
y se vertebra en la articulación entre pasado y futuro, esto
es, en el diálogo entre tradiciones.
Esto significa que cualquier pregunta prevé su respuesta y presagiamos
o anticipamos de antemano aquello que queremos conocer, por lo
que se crea cierta circularidad en la comprensión denominada
"círculo hermenéutico", criticada
por el cientificismo y la lógica clásica como un error
o petición de principio.
El círculo hermenéutico es para Gadamer un límite
a cualquier intento de comprensión totalitaria pero también
es una liberación del conceptualismo abstracto que teñía
toda investigación filosófica. Esta limitación
traduce fielmente la realidad como un decir inconcluso y no acabado.
Heidegger, sin embargo, concibe la circularidad de la comprensión
más como una oportunidad positiva que como una limitación
meramente restrictiva. A través de la facticidad y del lenguaje
se produce el encuentro con el ser, que es el que, en última
instancia, decide y dispone del hombre.
Para Heidegger la hermenéutica es una ontología,
no un método ni una gnoseología. El Dasein, como
parte del ser, es aquel que se pregunta sobre el ser, pero no lo crea
ni lo constituye ni apenas puede describirlo. Esta postura es claramente
contraria al subjetivismo propio de la filosofía moderna. Lo
esencial es el ser, no el hombre.
4. Imposibilidad de un conocimiento exhaustivo y totalitario de la
realidad.
Dado que el ser es lenguaje y es tiempo (evento) y puesto que el hombre
como ser-en-el-mundo está inmerso en el ser del cual pretende
dar cuenta, se hace imposible un conocimiento totalitario, objetivo
y sistemático del mundo.
La pretensión de verdad de la hermenéutica es radicalmente
distinta a la de las ciencias. La verdad sólo puede ser parcial,
transitoria y relativa, características que surgen de la pertenencia
del sujeto al ámbito de lo interpretable y de la individualidad
irreductible de cada ente singular (evento), entendiendo por éstos
no sólo las "cosas", sino el hombre mismo. Precisamente
Gadamer afirma que la historicidad del ser consiste en "no poder
resolverse en autotransparencia".
5. La interpretación como ejercicio de la sospecha o restauración
del sentido.
Para Paul Ricoeur la hermenéutica es una "filosofía
reflexiva" que ha de dar cuenta del conflicto entre las diferentes
interpretaciones de los símbolos del lenguaje. Así, enraizada
a la filosofía de Nietzsche, que exigía a la filosofía
la tarea de desenmascarar las fábulas ilusorias y falsos valores
de la conciencia (la moralidad), la hermenéutica supone el esclarecimiento
de la verdadera "intención" y del "interés"
que subyace bajo toda "comprensión" de la realidad,
quehacer que se halla presente en la teoría y el método
psicoanalítico (desenmascaramiento de los deseos y pulsiones
ocultos en el inconsciente) e incluso en las teorías marxistas
sobre la ideología.
Frente a esta tarea, Ricoeur reclama también una hermenéutica
dedicada a restaurar el verdadero sentido que contienen los símbolos,
búsqueda que explicaría el progreso de la conciencia.
Elena Diez de la Cortina Montemayor.