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Desiderius
Erasmus Roterodamus (1446-1536) fue una personalidad enormemente controvertida
y molesta en su época. En la encrucijada entre la Reforma protestante
y la obsoleta ortodoxia tradicionalista de la Iglesia cristiana, el cautelosos
Erasmo se granjeó la enemistad y el repudio de ambos bandos: un traidor
vendido al mejor postor para los luteranos y un peligroso reformista que,
con sus doctrinas heréticas había apoyado al reformismo y
perjudicado a la Iglesia de Roma. Nacido en Rotterdam, Holanda, en 1469, recibió una buena educación impregnada por el estudio de las bonae litterae, esto es, de la literatura y las lenguas grecolatinas propias del humanismo renacentista, movimiento del que fue uno de sus máximos y más refinados representantes. |
Al morir su padre, Erasmo ingresa en el convento de los agustinos de
Stein, del que no guardará precisamente un buen recuerdo. Las estrictas
reglas de sumisión, así como su absoluto dogmatismo y la
total impermeabilidad ante cualquier innovación le reafirmaron
en su experiencia de que existía una gran escisión entre
la formación cultural que proponían los nuevos tiempos y
la devota y artificiosa religión popular. En 1492, sin embargo,
tomó los hábitos monacales y pasó al año siguiente
a trabajar como secretario del obispo de Cambrai, que necesitaba un buen
latinista. Esta posición le permitió realizar numerosos
viajes a Francia, Bélgica, Italia e Inglaterra y relacionarse con
la mayoría de los centros humanistas de Europa. En su estancia
en Inglaterra se codeará con la nobleza y con las elites intelectuales
y políticas de su tiempo, entablando una gran amistad con Tomás
Moro, futuro canciller de Enrique VIII. La obra y el pensamiento de Erasmo Gran estudioso y conocedor de la literatura y las lenguas grecolatinas, Erasmo fue un escritor enormemente original que puso su ingenio y la perspicacia lúcida e irónica de su pluma al servicio de una reforma de la Iglesia y de la sociedad que permitiera una vuelta al auténtico espíritu del cristianismo, perdido en abstractos formalismos escolásticos y degenerado por las corruptas instituciones y ritualismos eclesiásticos. Una de sus primeras obras Enchiridion militis christiani (Manual del caballero cristiano) escrita en 1501, pone de manifiesto lo que será una constante en toda su obra: el camino hacia Dios a de hacerse por vía de la interiorización. Lo institucional de nada sirve si el hombre no examina su propia conciencia y hace uso de su libertad y de una auténtica fe. Utilizando los pares platónicos, visible/invisible o carne/espíritu, Erasmo identifica el ceremonial de la Iglesia con el ámbito de la apariencia e irrealidad. En 1509 Erasmo publica la que será una de sus obras más populares Moriae encomium (Elogio de la locura). Escrita como un juego divertido, y dedicada a su amigo Tomás Moro, cuyo apellido curiosamente proviene de la palabra latina moria, esto es, locura, esta obra tiene el trasfondo serio propio de los bufones: sólo a éstos les estaba permitido airear con franqueza las grandes verdades y desenmascarar, con la risa, los peores defectos. El Elogio de la locura es una acertada sátira de ingeniosa crítica de la sociedad de la época, en la que todas las clases sociales son despiadadamente analizadas por la Locura, que es la que narra el relato. Su burla mordaz no deja títere con cabeza: ni reyes ni papas, ni campesinos ni nobles, ni mujeres ni monjes se sustraen al dominio de la locura, la stultitia, la estupidez. La crítica se ahonda en un mordaz análisis de la Iglesia y sus instituciones, así como de la teología y su anticuado método escolástico. Todos ellos están bajo el gobierno de la Locura porque se han apartado de la verdadera fuente de la religión: el cristianismo primitivo. Se debe huir del mundo de las apariencias, de ese teatro de la inautenticidad y recobrar la espiritualidad primigenia a través de una sincera vivencia individual. El pasado es considerado como un motor de renovación porque nos permite volver sobre nuestros pasos hacia ese punto de la historia donde se pervirtió el verdadero sentido del cristianismo y comenzó la decadencia de la cultura. Esta misma crítica aparecerá en la obra Institutio Principis Christiani (Educación del príncipe cristiano). Escrita en 1516 y dedicada a Carlos V, al cual sirvió de consejero, Erasmo invita a que el rey sea también filósofo: sólo así aspirará al bien supremo y, por lo tanto, podrá ser un auténtico cristiano. La corrupción de la Iglesia es producto de su alejamiento de la verdadera esencia de las cosas y del cristianismo de los primeros padres de la Iglesia. Erasmo se propone hacer una exégesis de la Biblia que concilie la cultura con el cristianismo, las bonae litterae con las sacrae litterae. En 1516 publica una obra que tendrá una amplia repercusión en los círculos reformistas: una nueva edición de los Nuevos Testamentos que, utilizando los métodos filológicos propios del humanismo, descalificará la utilizada oficialmente por la Iglesia: la Vulgata. Esta modificación de un texto sagrado era muy molesta y peligrosa porque suponía arrebatarle a la Iglesia su hegemonía y su autoridad y porque además iniciaba un proceso de renovación de la teología y las instituciones cristianas que sería secundado, radicalizado y llevado a la práctica por Lutero, Zuinglio y Calvino. De hecho, Lutero, aun separándose del erasmismo en muchos aspectos, utilizó la exégesis bíblica de Erasmo, así como su método humanístico. Remitiéndose al texto griego, Erasmo mostró cuánto se había devaluado el sentido original del cristianismo y de qué modo las autoridades exegéticas se habían valido de su poder y autoridad para perpetuar esto de forma no demasiado lícita. |
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Cuando la reforma de Lutero y Zuinglio se puso en marcha, Erasmo
quedó en una situación muy comprometida. La vieja Iglesia
pretendía que públicamente condenara el luteranismo y los
reformistas le acuciaban para que hiciese clara su adhesión al
reformismo que ellos propugnaban. Había comenzado ya la persecución
de herejes y Erasmo se había visto envuelto en intrincadas polémicas
de las que no saldría muy bien parado. Se le acusaba de sacrílego
e impío, de malinterpretar las sagradas escrituras y proteger y
defender a los reformistas. En medio de esta situación, a todos
les parecía muy ambigua y sospechosa su postura conciliadora, neutral
y tolerante. Las presiones eran tan grandes que en 1524 Erasmo, a pesar
de defender la pluralidad religiosa dentro del Estado, se decide a escribir
una obra que trata un tema meramente académico pero en el que muestra
su controversia con el luteranismo: De libero arbitrio (Sobre
el libre albedrío). |