Sobre el autor:
JULIAN CHELA-FLORES es matemático y Dr. en Mecánica
Cuántica. Entre otros cargos y actividades del profesor
Chela-Flores, reseñamos los siguientes: miembro del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas
(CONICIT, Caracas, Venezuela, 1981-1984), investigador en
el Centro Internacional Abdus Salam de Física Teórica
(ICTP, Trieste, Italia), profesor, y fundador, del Instituto
de Estudios Avanzados (IDEA, Universidad Simón Bolívar,
Caracas, Venezuela), miembro de la Academia Latino Americana
de Ciencias y del Instituto de Estudios Avanzados de Dublín
(DIAS). Desde 1994 es miembro de la Sociedad Internacional
para el Estudio del Origen de la Vida (ISSOL), y desde 1995
miembro de pleno derecho de la Academia de Esfuerzos Creativos
(Moscú). También es miembro del Comité
de Biología de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo
(TWAS), de la Sociedad Planetaria (TPS) y de la Asociación
Europea de la Red de Exo/Astrobiología. Así
mismo, es co-director de cursos de la ICTP/ICGEB Escuela Ibero-Americana
de Astrobiología (IASA) y organizador y director de
las conferencias del ICTP sobre evolución química
y el origen de la vida (Astrobiología). En 1998 ocupó
la Cátedra UNESCO de Filosofía.
De la ingente producción científica del Dr. Chela-Flores
únicamente mencionaremos su última obra publicada: The
New Science of Astrobiology. From Genesis of the Living Cell to Evolution
of Intelligent Behavior in the Universe (2001).
RESUMEN
Debatimos nuestra perspectiva actual de la búsqueda de otra inteligencia
en el universo en contraste con un amplio fondo cultural. Esta cuestión
es de interés común para teólogos, filósofos
y científicos entre otros. Resumimos posibles entornos donde
podría comenzar el camino hacia la vida inteligente. Tratamos
algunas implicaciones del ascenso de la vida microbiana hacia los seres
inteligentes. Restringimos nuestra discusión a la búsqueda
de los primeros pasos hacia la inteligencia en nuestro propio sistema
solar. Más específicamente, limitamos nuestra atención
al sistema solar exterior. Además del caso más evidente
de Marte, son posibles entornos: los dos satélites galileanos
de Júpiter: Europa y Ganimedes. Otra posibilidad interesante
es la luna helada saturnina, Encélado. Como una consecuencia
del nuevo conocimiento de la astrobiología, tratamos algunas
cuestiones filosóficas y teológicas que podrían
surgir del eventual descubrimiento de vida extraterrestre.
1. INTRODUCCIÓN
El estudio de las implicaciones de la búsqueda de vida extraterrestre
sería menos difícil si nuestra cultura estuviese mejor
integrada. Desafortunadamente, estamos lejos aún de tener una
cultura unificada. Se ha dicho en el pasado que la cultura corre el
riesgo de resultar "astillada" (1),
si la especialización no se equilibra con un esfuerzo por prestar
atención a las relaciones entre los diferentes aspectos culturales
de nuestra comprensión de la naturaleza. En el primer Simposio
de Varenna intentamos introducir el origen de la vida en el contexto
del origen del universo en sí (2).
Intentamos demostrar algunas relaciones entre el origen de la vida y
otros aspectos de la cultura, a saber, la teología, la filosofía
y el arte. Aunque no estemos todavía en modo alguno próximos
a unificar todo el saber, el hechizo jonio (3)
aún sería deseable. Ciertamente, tal objetivo fue perseguido
en la antigüedad por los filósofos griegos en Jonia. En
los albores del siglo XX el embrujo jonio actuó como fuerza conductora
de un pequeño grupo de positivistas lógicos del Círculo
de Viena. Este grupo incluía a científicos y filósofos
que se reunían regularmente en Viena y Berlín. Con independencia
de las limitaciones de los positivistas vieneses (5),
discutir un problema dado en un contexto más amplio que el de
la especialización, presenta hoy para nosotros una ventaja práctica:
este contexto más amplio permitirá acceder a un orden
más rico de metáforas, ejemplos y analogías. Esto,
a su vez, facilitará nuestra discusión sobre el problema
crucial del origen, evolución y distribución de la vida
en el universo. Para simplificar nos referiremos a este estudio como
"astrobiología". Más específicamente,
nos centraremos en una cuestión profunda:
¿Estamos solos en el universo y, si no es así, cual es
el lugar del Hombre en el universo?
Queremos evidenciar los cambios que la perspectiva actual de la astrobiología
acarrea para los diferentes aspectos de la cultura, a saber, literatura,
arte, teología, filosofía y ciencia. Comenzamos nuestro
trabajo recordando cómo la cultura en sí surgió
gradualmente mediante una serie de pasos.
2. LA EVOLUCIÓN DE LA CULTURA
2.1. Arte
Los registros más tempranos sobre la actividad cultural de los
humanos corresponden a los trabajos artísticos. La "cultura"
magdaleniense dejó algunos trabajos refinados de arte primitivo
(6). Este grupo de seres humanos
prosperó desde aproximadamente el año 20.000 al 11.000
antes de la actualidad. Podemos hacer referencia, por ejemplo, a pinturas
de 20.000 años de antigüedad en las paredes de la cueva
descubierta en diciembre de 1994 por Jean-Marie Chauvet en el sur-este
de Francia. Verdaderamente, el nacimiento del arte en las cuevas magdalenienses
es una de las más notables contribuciones a la producción
de los humanos, que nos permite calificar a los grupos que produjeron
esos elaborados trabajos más bien como culturas que como industrias,
un término reservado para el grupo humano productor de utensilios
característicos más que de objetos artísticos.
2.2. Escritura y literatura
Se ha aceptado tradicionalmente que los ejemplos más tempranos
de un sistema de escritura son los hallados en los asentamientos sumerios
del Creciente Fértil de alrededor del año 5.500 antes
de la actualidad. Independientemente, la escritura fue introducida en
el Valle del Nilo durante el período predinástico. Descubrimientos
recientes indican que el sistema egipcio podría haberse anticipado
al sumerio. Además de los grandes logros del Imperio Antiguo,
la Esfinge y las pirámides, en las orillas del Nilo se produjo
una notable literatura, que fue ampliamente traducida durante el siglo
XIX. Estas composiciones son narraciones, cuentos, enseñanzas
y poesía. Un ejemplo del Imperio Medio (muy probablemente la
XII Dinastía, 1991-1976 a. de C.) es un corpus substancial de
literatura religiosa, que incluye el "Ciclo de Canciones en Honor
de Sesostris III" (7).
2.3. Teología
Las más antiguas manifestaciones de monoteísmo podrían
remontarse al Imperio Nuevo (1379-1362 a. de C.). Aunque es discutible
si el sistema iniciado durante la XVIII Dinastía puede denominarse
monoteísmo, en el "Himno a Atón" se han señalado
muchos paralelismos fidedignos con los versos del Salmo 104, no solamente
en las palabras sino también en el pensamiento y la secuencia,
anticipando esta parte de la Biblia en varios siglos (8).
Sin embargo, la teología es un discurso sobre Dios, o la ciencia
que trata de lo divino; el más temprano de tales discursos que
influyeron directamente en la cultura occidental podría tan sólo
remontarse a las tradiciones orales de los antiguos israelitas, las
cuales fueron incorporadas al corpus principal del Antiguo Testamento.
En lo razonamientos teológicos encontramos los registros más
tempranos de debates sobre el lugar del Hombre en el universo, un asunto
que es relevante para la astrobiología. En los textos antiguos
anteriormente citados encontramos ya referencias tempranas al origen
de la Tierra y al de la vida.
2.4. Filosofía
Los filósofos vinieron posteriormente en la evolución
de la cultura. Su origen podría remontarse a la filosofía
griega, pero su interés por la existencia del Hombre podría
ilustrarse mejor con los esfuerzos preliminares de René Descartes
(1596-1650), a quien por regla general se le considera el fundador de
la filosofía moderna. Descartes es probablemente el primer hombre
de elevada capacidad filosófica cuya perspectiva se encuentra
profundamente influida por la nueva física y astronomía.
Los argumentos cartesianos ilustran algunos aspectos relevantes para
el presente contexto. Consideró los cuerpos de hombres y animales
como máquinas; en particular, los animales como autómatas,
completamente regidos por las leyes de la física. Asumió
que los hombres eran intrínsecamente distintos de los animales
por poseer un alma. Descartes intentó describir cómo interactuaban
el cuerpo y el alma, y no es sorprendente que no tuviera éxito
alguno. Para llegar a un debate continuo sobre el origen del Hombre,
la ciencia tuvo que aguardar la llegada de Charles Darwin y sus contemporáneos.
2.5. Ciencia
Los científicos son unos relativos recién llegados a la
cuestión del origen y evolución de la vida. El darwinismo
no abordaba la cuestión del origen del Hombre en el universo
a la manera dualista cartesiana (cuerpo/alma), sino que se circunscribía
únicamente a los atributos observables del Hombre. Desde los
tiempos de Galileo la aproximación científica difiere
de la de los teólogos en el sentido de que ninguna apelación
a la revelación se introduce en nuestros debates. Los científicos
también difieren de los filósofos en que no se espera
una apelación exclusiva a la discusión racional. En resumen,
la evolución de la cultura, a través primero de la manifestación
inicial del arte, de la escritura y de la literatura, finalmente condujo
a esos aspectos de la cultura hacia términos de los cuales podrían
formularse preguntas razonables sobre el origen y destino del Hombre.
Los teólogos están interesados principalmente en los conceptos
metafísicos de "espíritu" y "alma",
los cuales no aparecen en la literatura científica; podría
decirse que estos conceptos no aparecerían puesto que no son
sujeto de análisis experimentales reproducibles. En cambio, la
existencia del espíritu y del alma se fundamenta en la revelación
de las enseñanzas tradicionales de las religiones monoteístas.
3. ¿CUÁL ES LA POSICIÓN DEL HOMBRE EN LA BIOTA
TERRESTRE?
3.1. ¿Están los indicadores de una posición
especial de los humanos en el conjunto de todas las especies terrestres?
Algunos biólogos han favorecido un punto de vista distinto del
de los radioastrónomos que se han dedicado a buscar vida extraterrestre
inteligente (SETI) (10). Las razones
que subyacen tras esta dicotomía se pueden ilustrar con unos
pocos hechos extraídos de la taxonomía. Desde la perspectiva
de la biología, los seres humanos representan únicamente
una simple especie entre 4 mil mamíferos. Incluso éste
es un número pequeño cuando se le compara con los 30 millones
de especies que se cree constituyen el conjunto de la biota terrestre.
Un aspecto de esta desconcertante abundancia de especies, de la que
los humanos son tan sólo una, ha conducido a la metáfora:
Si la historia de la evolución fuera a repetirse, un mundo tan
alternativo estaría lleno de innúmeras formas de vida,
pero ciertamente no de humanos.
Nuestro interés principal no es el origen y evolución
de nuestra propia especie. Nuestro interés principal es más
bien la probabilidad de que los principales atributos del Hombre surgirían
de nuevo si la historia de la evolución volviera a comenzar en
algún otro lugar, no en una hipotética tierra que sería
milagrosamente reconstruida. Estamos interesados principalmente en la
repetición de la evolución biológica en un planeta,
o satélite, que pueda haber tenido todas las condiciones medioambientales
apropiadas para la vida. Semejantes propiedades son, por ejemplo, un
gran cerebro y conciencia. Estas características del Hombre evolucionaron
a partir de los primates alrededor de los últimos 5 o 6 millones
de años. Esto contrasta abiertamente con los moluscos. Los miembros
de este gran filum de los invertebrados al que pertenecen los caracoles,
mejillones y calamares, han sobrevivido desde el Cámbrico Inferior.
Su primera aparición sucedió hace 500 millones de años,
unas 100 veces antes que la del hombre.
3.2. No es necesaria una duplicación exacta de nuestra especie
para hacer una réplica de nuestra inteligencia.
Los pasos evolutivos que llevaron hasta los seres humanos probablemente
nunca volverían a repetirse tal cual en un entorno extraterrestre.
Sin embargo, queda la posibilidad de que un nivel humano de inteligencia
resulte favorecido por el efecto combinado de la selección natural
y la evolución cultural. Esto es independiente de los detalles
particulares del árbol filogenético que podría
llevar hasta el organismo inteligente (no humano). Dicho brevemente,
el papel de la contingencia en la evolución posee un efecto menor
en el surgimiento de una propiedad biológica particular (12).
Me gustaría ilustrar la inevitabilidad de la emergencia de propiedades
biológicas particulares con un ejemplo de evolución convergente,
un fenómeno reconocido por los estudiosos de la evolución
durante mucho tiempo. En el filum de los moluscos, tanto las conchas
del caracol caménido de Filipinas, como las de un caracol helmintoglíptido
de Centro América, se asemejan a las de los miembros de los caracoles
helícidos europeos (13).
Estas especies distantes (se encuentran agrupadas en diferentes familias),
a pesar de tener anatomías internas completamente diferentes,
han llegado a parecerse exteriormente entre sí tras generaciones
de adaptación a su entorno. A pesar de la considerable diversidad
anatómica, los moluscos de estas familias distantes han tendido
a asemejarse en una característica biológica particular,
a saber, su concha calcárea externa. En esta fase, la cuestión
de si nuestra inteligencia es irrepetible va más allá
de la biología y de los factores geológicos mencionados
en la metáfora relativa a la repetición de la historia
de la evolución. De hecho, la cuestión es más bien
del dominio de las ciencias del espacio, en particular, la cuestión
de si estamos solos en el cosmos concierne a las medidas astrométricas
de búsqueda de planetas extrasolares. Tal actividad ha conducido
a la perspectiva revolucionaria actual de que los planetas solares no
constituyen los únicos entornos que pueden conducir al origen,
evolución y distribución de la vida en el universo (14).
La presencia de una docena de planetas en la proximidad cósmica
del Sol habla a favor de la ubiquidad de la vida en el universo. Parece
plausible que si en algún otro lugar de nuestra propia galaxia
existen los entornos adecuados, algunos de los atributos biológicos
del hombre puedan haberse repetido.
3.3. Restricciones impuestas por la teología a nuestra perspectiva
de la vida.
Una cuestión aparte es la concerniente a la búsqueda de
vida microbiana en nuestro propio sistema solar. Por eso, creemos que
es más apropiado desviar nuestra atención de Aintentar
un completo y coherente recuento del fenómeno del Hombre@. En
cambio, sentimos que el progreso de la biología molecular nos
impone una búsqueda de un completo y coherente recuento de la
primera transición trascendental en la evolución celular,
al cual podríamos referirnos como el fenómeno de la célula
eucariota (16). No es tarea fácil
(17). Pero permítaseme
detenerme a precisar la terminología.
4. ¿LA BÚSQUEDA DE OTRAS FORMAS DE VIDA CONDUCE A CONTRADICCIONES
ENTRE LA CIENCIA Y LA REVELACIÓN?
Ya hemos revisado algunos argumentos que indican que el problema de
la posición del Hombre en el cosmos depende exactamente de la
evolución de microorganismos hasta el nivel en el que aconteció
la eucariogénesis. Esto nos obliga a hacer de la posición
de la célula eucariota en el cosmos el centro principal de nuestra
atención. Creo que una ruptura tan radical con el pasado posee
algunas implicaciones para nuestra comprensión del origen y destino
del Hombre. No obstante, ninguno de estos argumentos queda fuera del
alcance de la cuestión suscitada por el mensaje papal a la Academia
Pontificia de la Ciencia (19).
Este mensaje es un auténtico avance para mejorar el entendimiento
entre la ciencia y la teología (20).
A pesar de este importante paso, la aceptación de la evolución
no ha llevado a un consenso entre científicos, ni sobre sus mecanismos
ni sobre sus implicaciones. Sin embargo, a pesar de esta limitación,
basaremos nuestros ulteriores argumentos en la teoría de la evolución
de Darwin, lo que nos lleva a una discusión sobre algunas de
las implicaciones que tal búsqueda podría conllevar para
el diálogo entre ciencia y filosofía.
5. ¿CUÁL ES LA POSICIÓN DE LOS EUCARIOTAS EN
EL COSMOS?
5.1. )Hay otros entornos del sistema solar favorables para microorganismos
vivos?
En 1610 Galileo descubrió las cuatro grandes lunas de Júpiter
con su telescopio, un instrumento revolucionario para su época.
Desde 1993 disponemos del telescopio espacial Hubble en órbita
terrestre. Pero en menos de una década nuestra creciente capacidad
de comprensión del cosmos continuará cuando, en 2007,
el telescopio espacial de nueva generación entre en órbita.
Será mucho mayor y más potente que el Hubble. No obstante,
todavía no estamos al completo con los instrumentos ópticos,
puesto que no han sido desarrollados hasta el grado suficiente que les
capacite para detectar planetas extrasolares similares a la Tierra.
Sin embargo, los satélites del sistema solar pueden dar algunas
respuestas parciales.
5.2. Las lunas de Saturno.
Encélado es un candidato obvio. Su morfología indica que
en el pasado debió de existir actividad geológica con
hielo derritiéndose en su superficie, dejando un terreno sin
cráteres. La actividad geológica desencadenada por la
proximidad de un planeta gigante no es un fenómeno único
en el sistema solar exterior. Los géiseres de Tritón ya
han demostrado este punto. Nuestro énfasis sobre esta cuestión
no es baladí: ahora estamos convencidos de que la proximidad
de una estrella no es la única manera de generar vida. En los
profundos océanos terrestres, la actividad volcánica sostiene
vida completamente al margen de la fotosíntesis solar. La universalidad
de las leyes de la física, de la química y de la biología
hacen pensar que si la vida puede desencadenarse en la Tierra por actividad
geológica, lo mismo podría suceder también en algún
otro lugar de los planetas del sistema solar, o satélites, bajo
condiciones similares. Como Encélado posee una enorme porción
de su masa encerrada bajo forma de agua helada, sería un posible
objetivo para la búsqueda de organismos extraterrestres. Debido
a la influencia de cometas y meteoritos, esperamos que se halle presente
un amplio inventario de orgánicos. Este mundo helado sería
el centro de atención de la astrobiología en un futuro
lejano. Mucho antes, esperamos presenciar la exploración de otras
lunas heladas mucho próximas a nosotros.
5.3. Los satélites galileanos.
Dentro aún del sistema solar exterior hay otros posibles objetivos
para la búsqueda de microorganismos. Júpiter tiene cuatro
grandes satélites descubiertos por Galileo Galilei en 1610. El
segundo satélite galileano es ligeramente más pequeño
que nuestra Luna, pero es quizá el anfitrión potencial
más destacable para la existencia de vida extraterrestre. Se
llama Europa. Este mundo está cubierto de hielo. Como se encuentra
relativamente cerca de Io es de esperar que posea alguna actividad volcánica
en su corazón de silicato. Éste podría ser una
posible fuente de calor para fundir parte del hielo que envuelve su
núcleo. Por esta razón, la cuestión de un océano
europeo ha sido puesta de relieve y ampliamente debatida. Con gran probabilidad
habría también un inventario de carbono y compuestos orgánicos.
En resumen, Europa puede tener tres ingredientes que sabemos han jugado
un papel esencial en la germinación de la vida en la Tierra:
una fuente de energía, agua líquida y una cantidad de
carbono suficiente (21).
5.4. Posibles experimentos biológicos en Ganimedes y Europa.
Ganimedes es comparable en tamaño a Titán, el cual, a
su vez, es más grande incluso que Mercurio. Las imágenes
enviadas a lo largo de dos años por la Misión Galileo
Europa sugieren la presencia de un océano primitivo bajo la superficie
(23). También hay alguna
evidencia de la presencia de material orgánico importado por
cometas y meteoritos. Además, la evidencia de una fuente de energía,
un tercer requisito para la presencia de vida en algún momento
del pasado, se encuentra en forma de calor asociado a un corazón
metálico. Esto lo sabemos por el campo magnético del satélite,
que fue descubierto por la Misión Galileo. Por tanto, Ganimedes
es también, como Europa, un buen candidato para la búsqueda
de microorganismos extraterrestres, en particular eucariotas. La misión
Hidrobot/Cryobot propuesta por un equipo del Jet Propulsión Laboratory
(JPL), en colaboración con varios otros centros de investigación
(24), intentará descender
sobre la superficie helada, donde podría haber algunos compuestos
bioquímicos. Hay lugares en la Tierra donde existen condiciones
medioambientales análogas a las de Europa. Un ejemplo se encuentra
en los lagos antárticos de los Valles Secos. Sabemos que bajo
todos esos lagos hay eucariotas, en particular diatomeas, sobreviviendo
en condiciones similares a las encontradas en el océano de Europa.
Esto suscita la cuestión de cuál podría ser un
experimento biológico adecuado en el contexto de la exploración
de Europa. Debido a la naturaleza del entorno medioambiental de Europa,
la cuestión de diseñar un experimento biológico
es radicalmente distinta de la experiencia previa en 1976 con la misión
Viking a Marte (26). El desarrollo
de un pequeño sumergible que pudiera penetrar bajo la superficie
helada de Europa parece ahora una posibilidad. Por tanto, es viable,
en principio, probar la existencia de microorganismos. Hay una amplia
gama de posibilidades, sin duda muchas de ellas de mérito. Todavía,
sentimos que, dadas las dificultades para avanzar en el problema de
la distribución de la vida en el universo, averiguar qué
camino evolutivo está siendo seguido por la vida extraterrestre
es una cuestión de máxima prioridad. Esto nos ayudaría
a determinar si la evolución de la inteligencia es posible vía
desarrollo de una célula eucariota, el camino elegido por el
único ejemplo de vida conocido hasta ahora por nosotros. Por
el momento, el nivel mínimo de complejidad necesitado por una
neurona (y finalmente para la evolución de un cerebro y conciencia)
parece ser el eucariota. Una vez alcanzado el nivel eucariota de evolución,
la pluricelularidad está abocada a continuar (27).
Por estas razones, aparte de los muchos posibles experimentos biológicos
que en principio son posibles en el restringido espacio que estará
disponible para experimentos en el océano de Europa, u otros
satélites helados, en el pasado hemos argumentado a favor de
al menos un experimento biológico dedicado a la búsqueda
del grado de evolución de microorganismos extraterrestres (28).
6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES.
6.1. ¿Hay vida en algún otro lugar del universo?
A pesar del importante progreso de la era espacial, la Tierra es el
único lugar en el que sabemos con seguridad que la vida ha evolucionado,
produciendo biodiversidad lo que es destacable: los más pequeños
microorganismos cocos dotados de pared celular -también llamados
"nanobacteria"- miden sólo 80-500 nm (29-30).
Algunos de los mayores organismos vivos son los secuoya rojos [Sequoia
sempervirens (Lamb.) Endl.] que pueden alcanzar hasta 100 metros (31).
Habría que reseñar que hay nueve órdenes de magnitud
entre las dimensiones de estos dos organismos vivos. Para la pregunta:
)hay vida en el espacio?, no hay aún respuesta convincente. Pero
el nivel de búsqueda de microorganismos extraterrestres, así
como el de organismos pluricelulares inteligentes, ha aumentado tanto
en los últimos años que únicamente podemos ser
optimistas acerca de un posible éxito.
6.2. Algunas implicaciones de la evolución biológica.
Creo que sería útil reflexionar sobre las consecuencias
filosóficas de la caída del punto de vista biocéntrico
(32), que fue defendido en el
pasado por el evolucionista Ernst Mayr (33)
y el biólogo molecular Jacques Monod (34).
Mayr fue tan lejos como para asignar a la vida extraterrestre una
"improbabilidad de proporciones astronómicas"
Por otro lado, Monod cree que:
"La estructura actual de la biosfera ciertamente no excluye
la posibilidad de que el acontecimiento decisivo ocurriera solamente
una vez".
Más recientemente, la posición biocéntrica ha sido
sostenida por el paleobiólogo Simon Conway Morris (35):
"Si realmente estamos solos y somos únicos, y esta posibilidad,
aunque implausible, no puede ser aún refutada, entonces tenemos
responsabilidades especiales".
Claramente, si no estamos solos en el universo, hay algunas consecuencias
teológicas y filosóficas inevitables. Creemos que el problema
de la vida extraterrestre es una de las cuestiones más importantes
surgidas en la ciencia hasta el presente. Deberíamos reflexionar
sobre las consecuencias de un resultado positivo, bien en el hallazgo
de microorganismos extraterrestres, bien en la recepción de un
mensaje de radio procedente de una fuente extraterrestre: cuando tal
descubrimiento ocurra, las implicaciones van a tener probablemente un
impacto en nuestra cultura que requerirá ajustes posiblemente
más radicales que los derivados de la evidencia de que los humanos
descienden de microorganismos (36).
NOTAS
1. Juan Pablo II (1992). Discorso di Giovanni Paolo II alla Pontificia
Accademia delle Scienze. L'Osservatore Romano, 1 de noviembre, p. 8.
2. Julian Chela-Flores (1997). Cosmological models and appearance of
intelligent life on Earth: The phoenomenon of the eukariotyc cell. En
"Reflections on the birth of the Universe: Science, Philosophy
and Theology". Padre Eligio, G. Giorello, G. Rigamonti y E. Sindoni
(Eds.). Edizioni New Press: Como, pp. 337-373.
3. Tomamos una frase de Gerald Holton citado en nota 4.
4. Edward O. Wilson (1998) Consilience The unity of knowledge. Alfred
A. Knopf: New York, pp. 3-7.
5. El Positivismo Lógico pretendió excluir del campo de
lo cognoscitivamente significante aquellas enunciaciones para las que
no se puede encontrar evidencia probatoria o refutativa (satisfactoria
para los científicos y filósofos). Esto condujo claramente
al enfrentamiento con la teología.
6. Cuando hacemos referencia a los "magdalenienses", empleamos
la clasificación arqueológica del sudoeste europeo y norte
de África.
7. William Kelly Simpson, Ed. (1972). The Literature of Ancient Egypt.
An Anthology of Stories, Instructions and Poetry. Yale University Press:
New Haven, pp. 7-9 y pp. 289-295.
8. Son pasajes relevantes:
Del Himno a Atón:
8 "Tu creaste la Tierra como deseaste,
cuando estabas solo, (antes)
la humanidad, todos los ganados y vacas,
todos los seres sobre la tierra que caminan sobre sus pies
y todos los seres del aire, que vuelan con sus alas"
Del Salmo 104:
5 "Tu estableciste la Tierra sobre sus fundamentos,
por eso no debería ser conmovida jamás.
10 Tu haces manar a borbotones manantiales que se deslizan por los valles,
11 ellos dan de beber a todas las bestias del campo;
los asnos silvestres apagan su sed.
12 Junto a ellos tienen su morada las aves del cielo,
ellas cantan entre las ramas.
9. Bertrand Rusell (1991). History of Western Philosophy ans its Connection
with Political and Social Circumstances from the Earliest Times to the
Present Day. Routledge: London, p. 542.
10. Frank Drake y Dana Sobel (1992). Is there anyone out there? The
scientific search for Extraterrestrial Intelligence. Delacorte Press:
New York, pp. 45-64.
11. Stephen J. Gould (1991). Wonderfull life. The Burgess Shale and
the Nature of History. Penguin Books: London, pp. 48-52.
12. Simon Conway-Morris (1998). The crucible of creation. Oxford University
Press, pp. 12-14.
13. R. Tucker Abott (1989). Compendium of landshells. American Malacologist:
Melbourne, Florida, USA, pp. 7-8.
14. Michel Mayor, Didier Queloz, Stephane Udry y Jean-Lois Halbwachs
(1997). From Brown Dwarfs to planets. En: Astronomical and Biochemical
Origins and the Search for Life in the Universe. C.B. Cosmovici, S.
Bowyer y D. Werthimer (Eds.). Editrice Compositore: Bologna, pp. 313-330.
15. Pierre Teilhard de Chardin (1965). The phoenomenon of man. Fontana
Books: London, p. 33.
16. Julian Chela-Flores (1999). The phoenomenon of the eukariotic cell.
En Evolutionary and Molecular Biology: Scientific Perspectives on Divine
Action. CTNS/Vatican Observatory Conference. Robert John Russell, Francisco
Ayala y W. Stoeger (Eds.) (En prensa).
17. Christian. De Duve (1995) Vital dust: Life as a cosmic imperative.
Basic Books: New York, pp. 160-168.
18. El grupo taxonómico más reciente introducido en la
literatura científica al más alto nivel se llama "dominio",
antes que reino.
19. Juan Pablo II (1996). Papal Message to the Pontifical Academy. Commentarii
4, N. 3. Vatican City, 1997, pp. 15-20. Cf., también: "La
traduzione in italiano del Mesaggio del Santo Padre alla Pontifica Accademia
delle Scienze", L'Osservatore Romano, 24 de octubre 1996, p. 7
(cf., Sec. 6).
20. Una cita relevante para la presente discusión es:
"Con el hombre nos encontramos en presencia de una diferencia ontológica,
un salto ontológico, podría decirse. Sin embargo, )no
se opone la postura de semejante discontinuidad ontológica a
esa continuidad física que parece ser el principal hilo de investigación
en la evolución en el campo de la física y la química?
La consideración del método empleado en las diversas ramas
del conocimiento hace posible reconciliar dos puntos de vista que parecerían
irreconciliables. Las ciencias observacionales describen y miden las
múltiples manifestaciones de la vida con creciente precisión
y las correlacionan con la línea temporal. El momento de la transición
a lo espiritual no puede ser objeto de este tipo de observación,
la cual, sin embargo, puede descubrir en el nivel experimental una serie
de signos muy valiosos que indican lo que es específico del ser
humano".
21. Esta frase quiere indicar que dadas estas tres condiciones la vida
no es un imperativo, sino que las tres condiciones constituyen un argumento
fuerte sobre el que planear misiones espaciales racionales en las exploraciones
del sistema solar. Cada una por sí misma no Aprueba@ la existencia
de vida. Este punto ha sido acentuado recientemente [22].
22. Paul Davies (1998). The Fifth Miracle. The Search for the origin
of life. Allan Lane. The Penguin Press: London, pp. 202-203.
23. Comunicado de prensa de la Misión Galileo, 15 de julio de
1998.
24. Joan Horvath, Frank Carsey, James Cutts, Jack Jones, Elizabeth Johnson,
Bridget Landry, Lonne Lane, Gindi Lynch, Julian Chela-Flores, Tzyy-Wen
Jeng y Albert Bradley (1997). Searching for ice and ocean biogenic activity
on Europa and Earth. En: Instruments, Methods, and Missions for Investigation
of Extraterrestrial Microorganisms, The International Society for Optical
Engineering, Bellingham, Washington USA. (R.B. Hoover, Ed.). Proc. SPIE,
3111, pp. 490-500.
25. Christopher P. McKay (1998). "The Search for Extraterrestrial
Biochemistry", en Exobiology: Matter, Energy, and Information in
the Origin and Evolution of Life in the Universe, (J. Chela-Flores y
F, Raulin, Eds.), Kluwer Academic Publishers, Dordrecht, The Netherlands,
pp. 219-227.
26. G.V. Levin (1997). "The Viking Labeled Release Experiment and
Life on Mars", Instruments, Methods and Missions for Investigation
of Extraterrestrial Microorganisms, (R.B. Hoover, Ed.), Proc. SPIE,
3111, p. 146-161.
27. En este contexto, para la evolución de la pluricelularidad
en la Tierra, se aconseja al lector consultar el excelente capítulo
"The benefits of cellular colectivism", en nota 17, capítulo
18, pp. 171-175. La extrapolación a un entorno extraterrestre
viene sugerida por la ventaja selectiva que implica la pluricelularidad.
28. Julian Chela-Flores (1998). A Search for Extraterrestrial Eukariotes:
Physical and Biochemical Aspects of Exobiology. Origins Life Evol. Biosphere
28, 583-596.
29. E. Olavi-Kajander y N. Çiftçioglu (1998). Nanobacteria:
An alternative mechanism for pathogenic intra and extracellular calcification
and stone formation. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 95, 8274-8279.
30. D.A. Carson (1998). An infectious origin of extraskeletal calcification.
Proc. Natl. Acad. Sci. USA 95, 7846-7847.
31. C.J. Humphries, J.R. Press y D.A Sutton (1989). The Hamlyn Press
to trees of Britain and Europe. Hamlyn: London, pp. 50-51.
32. Por biocentrismo entendemos la creencia de que la vida únicamente
ha aparecido en la Tierra.
33. E. Mayr (1995). The search for extraterrestrial intelligence. En:
Extraterrestrials. Where are they? B. Zuckerman y M.H. Hart. 20 ed.
Cambridge University Press, pp. 152-156.
34. J. Monod (1972). Chance and Necessity. Collins: London. pp. 136.
35. Simon Conway-Morris (1998). Loc. cit., pp. 222-223.
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of Extraterrestrial Microorganisms. The International Society for Optical
Engineering, Bellingham, WA, USA (R.B. Hoover, Ed.). Proc. SPIE, 3111,
pp. 15-23.