ASTROBIOLOGÍA Y FILOSOFÍA
Contenidos y autores: I, Presentación (Roberto Aretxaga); II, Marco cultural de la astrobiología (Julián Chela-Flores); III, Astrofísica y Meta-técnica (Ernesto Mayz Vallenilla). Colaboración publicada en Letras de Deusto (Universidad de Deusto, Bilbao) nº 98, Vol. 33, enero-marzo 2003, pp. 187-224. |
La astrobiología es la ciencia que estudia el origen, evolución, distribución y destino de la vida en el Universo [1]. La ciencia astrobiológica constituye un área de investigación multidisciplinar impulsada por la NASA, que a tal fin creó en 1998 el NASA Astrobiology Institute (NAI). El NAI designó como referente principal al Ames Research Center (California), y cuenta con la colaboración de numerosos laboratorios e instituciones científicas universitarias y gubernamentales estadounidenses. Cuenta, igualmente, con otras instituciones en diversas partes del mundo, entre ellas, como se dirá, el CAB. La denominación misma de esta nueva disciplina científica evidencia su carácter emergente, ya que el término "astrobiología", aunque empleado por vez primera en la década de los años 50, fue adoptado en 1995 a instancias de Wesley T. Huntress Jr [2]. En 1999 el gobierno español creó el Centro de Astrobiología (CAB), un Organismo Público de Investigación (OPI), que actualmente cuenta con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Ese mismo año (aunque formalmente en 2000), el CAB obtuvo el estatus de “asociado” al Instituto de Astrobiología de la NASA, siendo el primer organismo no estadounidense en vincularse al NAI y el único el mundo que posee dicho estatus (con posterioridad se han vinculado, en calidad de “colaboradores”, el británico United Kingdom Astrobiology Forum and Network, el Australian Centre for Astrobiology, el Groupement de Recherche en Exobiologie del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés y la European Exo/Astrobiology Network Association (EANA), que lo ha hecho este mismo año 2002). Con el CAB, cuyas instalaciones se hallan ubicadas en el Campus del Instituto de Técnica Aeroespacial (INTA) en Torrejón de Ardoz (Madrid), España se ha situado a la vanguardia de la astrobiología. Su proximidad geográfica y la de su personal científico (entre el cual, dicho sea de paso, figura un Dr. en Biología que también lo es en Filosofía: el profesor Andrés Moya Simarro), constituye una ocasión excepcional para interesar a la filosofía de nuestro país por la astrobiología y dinamizar el diálogo y la colaboración entre ambas. En efecto, sabemos que los misterios del origen de la vida y de la humanidad han fascinado a los seres humanos desde épocas remotas, y que a lo largo de la historia se han ensayado diferentes formas de explicación: mitológica, religiosa, filosófica y científica. Sabemos, también, que la cuestión de la pluralidad de mundos habitados fue objeto de interés para la reflexión filosófica ya desde sus comienzos. Desde esta perspectiva, la aportación de la astrobiología consiste en fundamentar científicamente la idea de que el fenómeno de la vida y, posiblemente también, el de la inteligencia, no constituyen un caso exclusivo de la Tierra, y que la explicación de su aparición en nuestro planeta pasa por comprender su conexión con el entorno extraterrestre. Paradójicamente, la propia ciencia, que sumió en el descrédito y la marginalidad cultural el tema de la vida extraterrestre durante el siglo XX, ahora lo rehabilita mediante la astrobiología, convirtiéndolo en una cuestión relevante para nuestra cultura, de ahí que en el epígrafe introductorio del Programa de Astrobiología de la Universidad de Colorado (Boulder), uno de los centros de excelencia estadounidenses del NAI, se afirme: "El objeto de la astrobiología es servirse de la ciencia moderna para abordar la vieja cuestión de si estamos solos. La astrobiología es, intrínsecamente, un campo interdisciplinar que aglutina los principales aspectos de la astrofísica, las ciencias planetarias, la geología, las ciencias atmosféricas, la química, la biología molecular y la biología evolutiva. Atraviesa, además, los límites de las humanidades, con relaciones, por ejemplo, con la filosofía, la sociología, la historia y el periodismo" [3]. La todavía corta existencia de la astrobiología contrasta con la importancia de las contribuciones ya realizadas por ella al estudio y comprensión del origen y evolución de la vida en la Tierra y su distribución en el Universo, así como al desarrollo científico-técnico, que su misma práctica exige, lo que confiere plena vigencia a las palabras que hace tres décadas escribiera el célebre astrónomo norteamericano Carl Sagan: "Al cabo de siglos de confusas conjeturas, de especulaciones absurdas, conservadurismo indigesto y desinterés carente de toda posible imaginación, por fin ha llegado a su mayoría de edad el tema de la vida extraterrestre, y en la actualidad ha alcanzado una etapa práctica donde se la puede estudiar mediante técnicas rigurosamente científicas, una etapa en la que ha conseguido respetabilidad científica y en la que, asímismo, se entiende ampliamente su significado. Por esta razón, repito, la vida extraterrestre acaba de alcanzar su mayoría de edad" [4]. Por otra parte, son los propios astrobiólogos, principalmente, quienes, ante la naturaleza filosófica y cultural de muchas de las implicaciones y consecuencias de su actividad científica, reclaman la atención y el interés de la filosofía hacia su campo [5]. A pesar de todo ello, de la creciente importancia de la astrobiología, y siendo España un país pionero en la materia, ni la naturaleza de esta ciencia ni la transcendencia de su actividad han encontrado en la filosofía de nuestro país el eco adecuado. Esta situación es la que propició que, no hace mucho aún, escribiéramos: "los distintos niveles implicativos de la Exobiología, junto con la capacidad de esta ciencia para movilizar importantes recursos tecnológicos, económicos y humanos debería ser suficiente motivo para convertirla en objeto de la mirada filosófica académica. En este sentido, convendría distinguir la Exobiología como actividad científica de sus resultados, lo que permitiría a la Filosofía, por una parte, analizar sus fundamentos epistemológicos y presupuestos ideológicos y, por otra, reflexionar sobre sus objetivos, expectativas y logros desde una perspectiva propia, a la vez que evaluar y prever sus posibles impactos socio-culturales y éticos actuales o futuros, entre otros" [6] . Todas estas razones, junto con el propósito manifestado entonces, nos han llevado a reunir ahora a dos especialistas de excelencia cuyos conocimientos sobre la materia nos proporcionen una base sólida y rigurosa para reflexionar sobre la relación entre la filosofía y la astrobiología. Los profesores Ernesto Mayz Vallenilla [7] y Julián Chela-Flores [8], ambos Cátedra UNESCO de Filosofía en 1996 y 1998, respectivamente, han aceptado amablemente nuestra invitación a colaborar en este número de Letras de Deusto con sendos escritos sobre el particular. El hecho de contar para esta ocasión con un filósofo y un científico responde a la voluntad de ofrecer al lector dos enfoques diferentes, pero complementarios, del tipo de cuestiones filosóficas implicadas por la astrobiología, buscando a la vez la unidad del conjunto; el de elegir para dicho encuentro a Letras de Deusto, al hecho de ser el órgano de expresión de las Facultades de Filosofía y Ciencias de la Educación (FICE), de Filosofía y Letras y de Teología de la Universidad de Deusto: una prestigiosa institución académica comprometida con el progreso social y humano desde el interés por las relaciones entre ciencia y humanismo, como lo atestiguan las palabras de la Decana de la Facultad de FICE, Dª Mª Luisa Amigo: "La Universidad transmite y crea conocimiento en un equilibrio dinámico y crítico entre tradición e innovación. Tiene, ciertamente, la misión de transmitir el legado del saber y de la cultura, pero esta tarea no se realiza sin el esfuerzo de un constante cambio, que nos permita releer los conocimientos transmitidos desde las exigencias del mundo actual en el que estamos inmersos. La Universidad no puede ser una institución estanca y rígida, sino dinámica y atenta a las necesidades de la sociedad (...) La Universidad debe ser sensible a las necesidades de cambio que demanda el desarrollo de la sociedad, pero también debe asumir el impulso del cambio como condición necesaria para un desarrollo creativo. Este cambio creativo es el que nos puede conducir a nuevos ámbitos de reflexión y de investigación que nos permitan crear conocimiento. En el momento actual la Universidad tiene que hacer frente a diversas exigencias de transformación debido al fenómeno de la globalización, la revolución científico-técnica y la emergencia de la sociedad de la información" [9]. Resulta difícil imaginar un marco más adecuado para nuestra propuesta. En relación con la misma, el doble carácter científico y cultural del escrito elaborado para esta ocasión por el Dr. Chela-Flores, Marco cultural de la astrobiología, así como el epistemológico del texto del Dr. Mayz Vallenilla, Astrofísica y meta-técnica, se ajustan plenamente a sus objetivos, logrando hacer patente la necesidad de una mayor atención hacia la astrobiología por parte de la filosofía. Además, si bien es cierto que dicha contribución va destinada a un público preferentemente filosófico, no lo es menos que la misma aborda aspectos que interesan igualmente a científicos e ingenieros. Por todo ello, vaya desde aquí nuestro más sincero agradecimiento tanto a los autores como a Letras de Deusto por su gentileza, que sin duda contribuirá a enriquecer el panorama filosófico de nuestro país con una aportación excepcional [10]. En su artículo Marco cultural de la astrobiología [11], el profesor Chela-Flores argumenta el interés filosófico y teológico, además de científico, de la astrobiología, basándose en la relevancia de su tarea para la comprensión del enigma del origen de la vida en nuestro planeta que, al igual que las preguntas por el origen y destino del universo y de la vida humana, históricamente forman parte de un terreno común. Además, dependiendo de la respuesta científica a la pregunta de si estamos o no solos en el Universo, nuestra concepción de la humanidad y su puesto en él podrían variar sustancialmente. El autor comienza analizando el papel del geocentrismo y del antropocentrismo en nuestra cultura, así como las implicaciones culturales y epistemológicas de su superación por las aportaciones de Galileo y Darwin, respectivamente. A continuación, hace una exposición/repaso de los conocimientos científicos actuales sobre el origen y evolución de la vida en nuestro planeta para poder argumentar seriamente la posibilidad de vida en otros lugares del Universo. En este sentido, el Dr. Chela-Flores presta especial atención al fenómeno de la célula eucariota y defiende la universalidad de la eucariogénesis, a condición de que en esos otros lugares concurran las tres condiciones básicas para la vida: reserva endógena o exógena de materiales orgánicos, agua líquida y una fuente energética estelar o geológica. Puesto que ésta es una hipótesis científica, es decir, susceptible de contrastación experimental, el autor procede a considerar las cuestiones relativas al tipo de organismos que las misiones astrobiológicas espaciales deben buscar, a la elección de los lugares más adecuados para hacerlo, al diseño, planificación y selección de los experimentos a realizar, así como de las misiones, naves e instrumentación necesarias para llevarlos a cabo. En este punto, debemos reseñar la labor del propio autor como asesor de organismos científicos y agencias espaciales sobre dichas cuestiones, como en el caso de la futura misión Cryobot-Hydrobot a Europa, la luna helada de Júpiter [12]. La realización de experimentos in situ para la detección de actividad biológica extraterrestre hace que el profesor Chela-Flores plantee el problema de la "protección planetaria", es decir, el riesgo potencial de contaminación planetaria por microorganismos procedentes de entornos evolutivos extraños, lo que no sólo involucra aspectos científicos sino también, y sobre todo, consideraciones éticas, en especial si el planeta afectado fuese la Tierra. Ciertamente se trata de una cuestión grave, que ya ha llevado a algunos a plantear la necesidad de una "ética cosmocéntrica" [13]. El profesor Chela-Flores presta atención, igualmente, a los fundamentos científicos sobre los que descansa el programa de radiodetección SETI, en el que participa destacadamente la Universidad de Berkeley (USA). Desde esta perspectiva, el autor considera los aspectos relacionados con el tránsito de la eucarioticidad a la inteligencia, el surgimiento de la cultura como rasgo definidor de la especie humana y su papel en la evolución. En definitiva, el Dr. Chela-Flores argumenta en su escrito que, si el origen y destino de la humanidad son de interés para la filosofía y la teología, entonces es preciso que ambas presten atención a la astrobiología como ciencia multidisciplinar que ha ampliado el marco de la química orgánica dando cabida a las ciencias de la vida, de la tierra y espaciales con el fin de obtener un panorama completo del origen y evolución de la vida dentro del contexto de la evolución del cosmos, lo que podría conllevar la superación del actual biocentrismo -que el autor define como "la doctrina que atribuye un carácter único a la evolución biológica que ha tenido lugar en la Tierra, desde una bacteria hasta los seres humanos"-, con las implicaciones que de ello pudieran derivarse para nuestra comprensión de la humanidad, de su lugar en el Universo y de su relación con él: "Uno de los más grandes logros en la historia de la ciencia, y de la cultura en general, sería decidir sobre la relevancia del biocentrismo, lo cual nos daría una visión más adecuada de la verdadera posición de la humanidad dentro del cosmos. Tal paso debe tomarse por razones puramente científicas, ya sea a través de futuras misiones espaciales exitosas o por el eventual resultado positivo del proyecto SETI". En cuanto al artículo del profesor Ernesto Mayz Vallenilla, Astrofísica y meta-técnica [14], éste nos ofrece un análisis epistemológico crítico de la ciencia astrobiológica desde el particular enfoque de la meta-técnica, lo que sitúa el mencionado escrito en el contexto más amplio de una crítica epistémica que desborda el marco estrictamente astrobiológico, dado que afecta a los fundamentos mismos de la ciencia y de la técnica en cuanto tales. La radicalidad de dicho planteamiento, así como lo revolucionario del concepto central que le sirve de base, la meta-técnica, quedan de manifiesto al advertir que tal crítica implica, en palabras del propio autor, la "superación de la Razón y la racionalidad que informan y sostienen a la técnica y/o al conocimiento tecno-científico tradicional". Desde la perspectiva apuntada, el Dr. Mayz Vallenilla nos propone atender al logos, o fundamento racional, de la astrobiología, a partir del cual se forjan sus nociones y conceptos fundamentales como ciencia. En su tarea de des-velamiento, el profesor Mayz Vallenilla observa que la astrobiología se erige sobre un "logos óptico-lumínico", de carácter antropomórfico, antropocéntrico y geocéntrico que, sin embargo, y al igual que sucede con otras ciencias, como la astrofísica, ha sido superado ya por los artefactos de carácter meta-técnico, es decir, trans-racionales y trans-humanos (descentrados de lo humano y de lo terrestre), que ella misma emplea habitualmente para su labor investigadora. Así, pues, la propia razón y racionalidad naturales del hombre habrían creado un nuevo tipo de razón y racionalidad fundamentadas en un logos de nuevo cuño, el logos meta-técnico, que instituye un mundo nuevo (lenguaje, técnica, relaciones, instituciones, conceptos....) y una nueva forma de ordenarlo (sintaxis), acorde con un nuevo tipo de ser humano que se nota encerrado en, y lucha por liberarse de, los límites congénitos de su cuerpo y mente naturales. El profesor Mayz Vallenilla ha expuesto sus audaces tesis de manera sistemática, concienzuda y pormenorizada en su obra Fundamentos de la meta-técnica, principalmente, donde afirma: "Así acontece hoy con la meta-técnica. No se trata, simplemente, de una nueva etapa de la técnica que pueda insertarse normalmente en el desarrollo experimentado por aquélla como fruto de su paulatina evolución. Ella implica, por el contrario, al par del cambio y superación de las tradicionales características antropomórficas, antropocéntricas y geocéntricas prevalecientes hasta nuestros días, una radical sustitución de todos los fundamentos epistemológicos y ontológicos que sostenían al instituir humano -y, por ende, a la propia técnica- como exponentes de la racionalidad. Pues ha sido la raíz noética de semejante racionalidad -y, por ende, la de su propio y preeminente instituir- la que se ha visto vulnerada con la creación de su máximo prodigio: el diseño y creación de un logos meta-técnico que niega y supera -al mismo tiempo- la ingénita finitud de aquella misma racionalidad. Ello significa desde ahora -tal como se verá, aún más claramente, en los tiempos por venir- una lenta pero inexorable implantación de nuevas modalidades, horizontes y límites, en el despliegue de la racionalidad humana y transhumana... y, por supuesto, en la sintaxis de sus proyectos y gestas instituyentes. En algo tan aparentemente simple como esto -según pensamos- reposan los gérmenes del próximo futuro"[15]. La meta-técnica lleva aparejado un concepto clave para su comprensión y la de sus consecuencias, el de "nootecnia", que es el "primordial órganon poietico del logos meta-técnico", es decir, "sólo un primer y decisivo paso para superar los marcos tradicionales del antropomorfismo, antropocentrismo y geocentrismo con vistas a establecer un reino noo-lógico capaz de ofrecerle al hombre acceso hacia una dimensión donde su finitud -bloqueada por los límites espacio-temporales que la determinan- no sucumba a la tentación de postular una falsa e insostenible infinitud (igualmente antropomórfica, antropocéntica y geocéntrica) como ideal ético y epistemático de su afán de poder".[16] El análisis crítico de la astrobiología llevado a cabo por el profesor Mayz Vallenilla en su escrito Astrofísica y meta-técnica permite vislumbrar una contribución histórica de esta ciencia a la cultura humana; una contribución a la altura de la naturaleza descentrada y descentradora del logos meta-técnico consistente en la superación del biocentrismo, con todas sus implicaciones y consecuencias para la cuestión de cuál sea nuestro lugar en el Universo y nuestra relación con él, así como para los diversos campos de la cultura humana en su totalidad. No quisieramos concluir esta presentación sin agradecer nuevamente a los profesores Ernesto Mayz Vallenilla y Julián Chela-Flores su gentileza por la valiosa contribución y colaboración científica y filosófica sobre astrobiología que nos ofrecen en estas páginas, así como a la dirección de Letras de Deusto su favorable acogida a nuestra propuesta. En cuanto al lector, es nuestro sincero deseo que disfrute con el resultado tanto como nosotros y le resulte, cuando menos, tan sugerente y sugestivo. En las notas a esta presentación podrá hallar una serie de referencias bibliográficas y electrónicas, útiles como guía para adentrarse en la materia.
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NOTAS * Roberto Aretxaga: Dr. en Filosofía (Universidad de Deusto), Especialista Universitario en Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).
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